LA ABUELA MICHI
Se llama Mercedes Aguirre y es la abuela de mi esposo. Tiene poco más de ochenta años pero una agilidad envidiable.
Se despierta tempranito, reza el rosario y al tiro tiene mil cosas que hacer porque todos en esta casa, de una u otra forma llegamos a depender de ella. Una de sus especialidades es despertar a mi suegro cuando él tiene que viajar de madrugada, pues así el viaje sea a las tres de la madrugada, la abuela le prepara el desayuno y lo sube en una charola hasta el tercer piso. Otra: tender las camas todos los días menos los miércoles, pues –según me cuenta – desde que tiene memoria y por los siglos de los siglos, los días miércoles las sábanas no se sacuden, se arreglan ahí mismo nomás.
No le gusta la leche en bolsa, ni en lata, ni otra que no sea la que trae “la lechera”, una cholita viejecita que aunque a veces le engaña en la cantidad de la leche, se la trae dos o tres veces por semana desde que la conozco a la abuela (o sea hace diecisiete años). Una vez que compra la leche la hace hervir con arte y maestría y al apagar la olla le saca la nata. Con esa nata hace unas galletitas adictivamente deliciosas que hornea una vez cada dos semanas.
Nunca la he visto sin hacer nada, y es más disciplinada que soldado japonés, pues todo, absolutamente todo tiene su horario y fecha en el calendario. Luego de rezar el rosario en la mañana y vestirse, siempre con falda y con una especie de mandil con bolsillitos, desayuna, se encarga que todos en la casa desayunemos, cuenta las cucharillas que hay en la cocina (no me pregunten porqué), se encarga de que todos hagan lo que tengan que hacer: ir a la oficina, al colegio, etc. Una vez que cada cual ha tomado su rumbo, pone música clásica o noticias en la radio y teje manteles con hilo “esterlina”. A las 11 ve “Caso Cerrado” y luego ya toca el almuerzo. Termina de almorzar y sube a ver la novela de turno de las 2 de la tarde, por la tarde teje y teje, toma el té a las 5 de la tarde (esté quien esté o aunque no haya nadie) y cena a las siete y media de la noche para luego ver noticioso y acostarse a dormir viendo la telenovela de las 9 de la noche. Una o dos veces por mes juega rummy con un grupo de señoras viejitas.
Es autora de algunas frases célebres como:
- Muchas gracias, provecho, de nada, amén, salud. (al levantarse de la mesa)
- Dios se lo pague y Martín se lo clave.
- Grrrr hágase odiar – cuando alguien hace algún comentario chinchoso.
Hoy en la tarde, cuando volví de hacer algunos trámites del traslado de ciudad, el Rodri, el Sebas y la abuela estaban sentados en la mesa de juego de mantelito verde. La abuela les estaba enseñando a jugar “laberinto”. Era hermoso ver a los tres concentrados en el juego iluminados por la lucecita que apunta justo al medio de la mesa y con música instrumental (boleros) tocando en la radiecito pequeña. Ese momento sentí que la decisión de volver a Chuquiago fue la mejor de la vida, pese a haber dejado un pedazo de mi corazón en la ciudad de los anillos.
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