Blogs y literatura
Texto presentado en el 1er. Encuentro Boliviano de Blogueros, "Bloguivianos 2007".
Dentro del universo virtual, Hernán Cascieri, escritor argentino, probablemente sea quien más se ha acercado a un nuevo género literario: la blogonovela, tal como él mismo la ha bautizado. Sin embargo, Cascieri aclara: “Cuando se me pregunta si la blogonovela es un formato para escribir novelas o un género literario en sí mismo, suelo decir que es mucho menos que eso: se trata, sencillamente, de un espectáculo en vivo”. Básicamente, según su creador, una blogonovela es “una obra escrita en primera persona, donde la trama ocurre siempre en tiempo real. Por tanto, no son válidas las extrapolaciones, ni un transcurso del devenir diferente al de la fecha de publicación. El protagonista se reconoce como gestor del formato (el weblog), la realidad afecta al devenir de la trama, el protagonista “existe” fuera de la historia (lo que indica que los lectores tienen el derecho de interactuar con el personaje principal desde un sistema de comentarios) y, finalmente, el autor no aparece nunca mencionado dentro del territorio de la ficción”.
De acuerdo con lo anterior, aparentemente la blogonovela estaría realizando una innovación literaria; sin embargo, si lo analizamos con calma, surge la pregunta lógica: ¿acaso esto no es una adaptación de las novelas por entregas que antes se publicaban en prensa y folletines? Se podría argumentar que la interacción en “tiempo real” con los lectores marca la diferencia y, además, que las mismas posibilidades tecnológicas del blog le añaden elementos novedosos, imposibles en un libro tradicional. Si eso fuera cierto, ¿cómo se explica que, años después, la blogonovela de Cascieri, “Más respeto que soy tu madre”, se haya podido publicar como novela tradicional bajo el sello editorial Plaza & Janes?
Muy bien, dirán algunos, puede que el blog no esté innovando géneros, pero sí está revolucionando la literatura, gracias a sus múltiples facilidades y posibilidades. Pues bien, ante tal aseveración, necesariamente debo admitir que el blog posee muchas ventajas, entre las cuales puedo citar: elimina la intermediación editorial entre autor y lector; democratiza la publicación, pues el blog es gratuito y sólo requiere mínimos conocimientos de informática; permite que un texto pueda ir cambiando y mejorando; logra que el autor pueda tener un verdadero feedback de sus lectores; posibilita la inclusión de audio, foto y videos en el texto.
Todas las ventajas mencionadas, y las demás que existen, no bastan para revolucionar un arte. ¿Acaso Guttemberg revolucionó la literatura al inventar la imprenta? No, pero sí revolucionó el acceso a la literatura. Ahora bien, el blog no sólo está haciendo eso, sino que también está revolucionando el acceso a la publicación. Además, y creo que esto es lo más importante, está revolucionando las formas de lectura. No es lo mismo leer un libro en un cómodo sillón, echado en la cama, sentado en un asiento de minibús o en el inodoro, que leer un texto frente a una pantalla inmóvil. Dada la incomodidad que representa esta última forma de lectura, quienes vistan blogs prefieren aquellos que postean textos breves. Así, en el espacio virtual literario, la poesía goza de gran aceptación y amplia lectura, cosa que no ocurre en el ámbito tradicional impreso. Esto, a su vez, puede generar, por parte de los blogueros escritores, una prolífica producción poética y también de microcuentos. En este sentido, el fenómeno blog potencia la creación y difusión de géneros no muy estimados por las casas editoriales.
Bueno, luego de reconocer ventajas y sus potencialidades, sigo creyendo que nada de eso es condición suficiente para revolucionar la literatura. La literatura sólo puede ser revolucionada desde el interior mismo de la literatura; es decir, cualquier tecnología –ya sea imprenta o internet-, cualquier formato –ya sea folletín, libro de bolsillo o post-, o cualquier variación o estilo escritural –ya sea testimonio, espístola, puesta en abismo o blogonovela- son meros complementos, muchas veces enriquecedores, es cierto, pero que no determinan el rumbo de la literatura.
Cervantes, con el Quijote, sí revolucionó la literatura. ¿Imprimió su novela con tinta novedosa? ¿Acaso inventó un neolenguaje para escribirla? ¿”Enriqueció” la narración con ilustraciones? No, no hizo nada de eso. Revolucionó la literatura al eliminar al héroe de la novela caballeresca y dar vida al personaje conflictivo de la novela moderna. Y si por si eso no bastara, sentó las bases de la construcción narrativa actual, reformulando, en el texto mismo, un requisito indispensable para la creación literaria: la verosimilitud.
Considerando que ayer se celebró el Día Mundial del Blog y que hoy, en este Primer Encuentro Bloguiviano, estamos reunidos los supuestamente fanáticos y apasionados por este medio de comunicación, muchos de los presentes se deben estar preguntando: “¿Qué le pasa a este cholo desubicado? ¿Por qué le está dando palo al blog?” Pues bien, antes que pidan mi desalojo de esta sala, les pido dos minutos, cuarenta y cinco segundos de paciencia.
Como es normal, cuando algo no interesa mucho y, más aún, cuando nos apasiona, suele ocurrir que idealizamos ese algo e inconcientemente eludimos sus defectos. Pero creo que para que algo tienda a lo ideal, necesariamente se deben ir superando sus debilidades, y para conseguir eso, primero hay que identificarlas y criticarlas.
Nunca he hecho crítica sobre poesía, pues es un género que no práctico; pero sí he analizado obras narrativas, ya que yo mismo trato de escribir alguna. Es decir, me parece que los más indicados para criticar y cuestionar el fenómeno blog somos, precisamente, nosotros los blogueros. Es más, no sólo somos los indicados, sino que estamos obligados a hacerlo, porque de lo contrario estaríamos asumiendo que el blog ha llegado a su cima y, por lo tanto, que no podemos hacer nada por elevarlo hacia otro nivel.
Entonces, ya justificado, vuelvo al tema específico de esta mesa. Las ventajas tecnológicas que ofrece el blog, también suponen ciertas amenazas. Por ejemplo, se podría caer en el facilismo de incluir imágenes para evitar la fatiga de escribir una descripción. Por otra parte, uno de los placeres y privilegios del lector es, precisamente, poder emplear su propia imaginación para construir una imagen descrita en el texto; en ese sentido, el mal empleo de las ilustraciones gráficas entorpecerían y condicionarían la lectura.
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